Coderch, retrato de un fotógrafo

5.03.12

Elvira y José Antonio

 

“Me gusta recordar a mi padre en su faceta de fotógrafo. No sólo por lo que supo enseñarme, el amor a la fotografía que me transmitió, sino por lo que él mismo disfrutaba con ese hobby.

No voy a decir que su faceta perfeccionista no apareciera aportando algo de tensión a las sesiones fotográficas (fuera al realizar las fotografías o en el laboratorio pequeño que tenía en casa), pero la imagen que predomina en mi memoria es la de un gran disfrute. Daba gozo verle traer, muy ufano, ocho o diez copias de las últimas fotografías que había hecho y regalárselas a todo el que las quisiera. Parecía un niño con zapatos nuevos.

Era, básicamente, un fotógrafo de interiores, de personas: retratos en primer plano o grupos, ambientes. Ya sé que varias de sus mejores fotos son de espectáculos: los toros, especialmente, y algunas de circo o de hípica. Pero no era del tipo reportero, que se mueve buscando la ocasión, la imagen insólita, original o sorprendente. Le gustaba instalarse, estudiar bien el fondo, la luz, calcular con precisión el ángulo de reflexión del flash indirecto, etcétera. Recuerdo que ponía una tela oscura o beige sobre un cuadro que teníamos en la sala, para poder hacer retratos con fondo liso, sin distracciones.

Cuando hacíamos sesiones en la terraza encalada (muy al estilo andaluz de mi madre), prefería la luz del porche, más tamizada, o, si estaba nublado, el exterior. No le gustaban las muecas que poníamos cuando hacía sol, ni la sombra tan dura que éste proyectaba en los rasgos de la cara.

En ocasiones, era un toma y daca: “ahora me haces tú, ahora te hago yo”. Era divertido. Algunas de mis mejores fotos de él las hice así, aunque el mérito era en gran parte suyo, pues él preparaba las condiciones ideales: elegía el carrete, el lugar, me aconsejaba sobre el diafragma y la velocidad… y luego yo ¡disparaba! Además, él hacía el trabajo posterior de laboratorio, y eso puede mejorar o empeorar la calidad de la fotografía en un tanto por ciento muy considerable.

 

En su profesión de arquitecto, pocas veces le vi realmente satisfecho y feliz. Siempre había un pudor, una sensación de que “si hubiera hecho esto más alto, o más bajo, si no hubiera hecho aquello, si las ordenanzas me hubieran permitido no sé qué… el edificio habría quedado mejor”. Amaba profundamente la arquitectura, pero con dolor: era como un parto para él. Y, naturalmente, estaba la presión lógica –que la mayoría conocemos– por ganarse la vida y sacar a la familia adelante sin sobresaltos (cuatro hijos y una profesión liberal, no siempre es fácil).

Algo que puede resultar curioso: no era fotógrafo de arquitectura. Evidentemente, hay algunas buenas fotos de edificios, pero no era lo suyo (supongo que prefería cambiar de tema; para eso son los hobbies, ¿no?). Creo que cuando acompañaba a Català-Roca a fotografiar algunos de sus edificios, a veces le sugería puntos de mira, ángulos desde los cuales la casa se veía especialmente interesante o bella.

 

La precisión y exactitud que le caracterizaban en todo daban a sus explicaciones un detalle excesivo: recuerdo como si fuera hoy cuando me enseñó a cambiar los objetivos de la Nikon. Yo no asimilaba bien la profusión de datos, hasta que decidió dictármelo (todavía conservo el papelito junto con la Nikon): “Quitar objetivo: Poner diafragma a 16 ó 22. Apretar botón cerrojo. Girar atornillando e inclinar ligeramente el objetivo hacia mi izquierda y arriba. Apretar el “piu” con el dedo hasta que se oiga un “clack”. Nunca forzar.” Dejo las instrucciones de cómo poner el objetivo para otra ocasión.

[…]

La mejor lección que aprendí de mi padre con las fotos no fue de carácter técnico, sino lúdico: que es hermoso disfrutar haciendo algo que realmente te gusta (“… pero hazlo bien, ¿eh?” me diría él si me oyera, agitando el dedo índice con énfasis).”

Elvira Coderch

 

Es apasionante descubrir textos escritos con tanto amor como este, hablando de pasiones compartidas. No hay mejor maestro que un padre.

Gracias a Andrés Martín por descubrirme este artículo. Podeis leerlo completo en el blog de Elvira Coderch, o mejor aún, disfrutar del texto y las fotografías en el libro “Coderch, fotógrafo”.

 

+  “Coderch, fotógrafo”
Autor: Fochs, Carles
Publicación: Barcelona : Fundación Caja de Arquitectos, 2000
ISBN: 8492259485


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