Inter(view)/ Iñaki Bergera
10.04.13
Old Topographics
Iñaki Bergera es arquitecto y disfruta fotografiando arquitectura. Compagina su construcción con la enseñanza y los encargos fotográficos.
La transformación de la experiencia espacial de un edificio en un fragmento de dos dimensiones no es una tarea fácil, de hecho, la fotografía nunca podrá sustituir la lectura física y personal del espacio, la luz o materiales…; pero las imágenes de Iñaki lo consiguen, nos muestran una arquitectura sincera, sin pretensiones, limpia… y con un espectacular dominio del color.
26 Gas Stations
ContradictioN. ¿Cómo llegaste al mundo de la fotografía?
Iñaki. A través de la naturaleza. Cuando estudiaba arquitectura encontré en los cercanos Pirineos una válvula de escape para los agobios de esa carrera tan exigente. Empecé a hacer fotografía de paisaje y de forma autodidacta y con un equipo muy sencillo comencé a apuntalar, técnica y conceptualmente, mi interés por la fotografía. “Luces de Montaña”, de Galen Rowell –el Ansel Adams de segunda generación–, fue mi libro, el libro: todo lo aprendí allí. Así pasó una década, en la que conseguí (a tenor de los premios obtenidos y algunas colaboraciones profesionales con revistas) educar mi mirada, perfeccionar la técnica y sacar el máximo partido a aquellos maravillosos, ¡y caros!, carretes de diapositivas Fuji Velvia 50 ASA.
En 2001 fui a hacer un master a Estados Unidos. Cuando ya lo digital estaba empezando a imponerse realicé un curso completo, teórico-práctico, de fotografía tradicional en blanco y negro, que incluía el revelado y el positivado de las películas de 35mm. Además, junto al fotógrafo Chris Killip, el profesor del curso, me introduje en el universo de la street photography y de la fotografía documental estudiando a los grandes fotógrafos del siglo XX. Realicé también un curso de fotografía de arquitectura con Gerry Kopelow aunque entonces yo no me veía en esas lides (la fotografía de arquitectura, entonces, era solo para pros y muy pros). Fotografié durante todo el año, y pasé muchas horas en el sótano del Carpenter Center de Le Corbusier, donde estaban los cuartos oscuros de la Escuela de Artes Visuales de Harvard.
Con todo ese material, que ya desde entonces se circunscribía mucho al paisaje urbano (en el fondo, no podía sustraerme de mi ser-arquitecto) llegó después mi primera exposición monográfica en 2006, a la que ha seguido alguna otra. Por supuesto que me pasé al sensor digital (sí, yo también era uno de esos que decía que jamás abandonaría la película) y, progresivamente, fui aparcando las montañas en favor de los edificios, y, haciéndome a demás, con un buen equipo (sobre todo de objetivos). Con las fotografías de nuestras propias obras me sentí cómodo también con la fotografía de arquitectura comercial, es decir, la que se realiza para documentar, difundir y promocionar los proyectos. Así, entre unas cosas y otras, procurando no perder nunca una cierta condición de “aficionado”, en el buen sentido, he llegado hasta aquí. Seguramente, si constatara que la fotografía es mi trabajo– también en la parte de creación más personal– y pasara de ser un campo de investigación práctica y especulativa a una tarea u ocupación, en el peor sentido, comenzaría a dejar de interesarme.
26 Gas Stations
C. ¿Cuáles son las diferencias entre tus trabajos personales, los encargos y lo que denominas “fotografía de arquitectura”?
I. La diferencia, creo, es obvia, y tendría que ver con la temática y los fines para los que realizan las fotografías. Los encargos profesionales de fotografía de arquitectura es lo más claro y quizá es lo menos emocionante. Seguramente porque conoces ya el final y porque requiere de sistematización y de procesos. Claro que no todo es previsible y siempre hay margen para la sorpresa. Me gusta, además, tomármelo con cierta asepsia o frialdad, con desaprensión. Tratar de buscar en un reportaje, del que al final se van a seleccionar menos de diez fotografías para una revista o para un panel de un premio, una cierta aura excesivamente pretenciosa me parece que es contraproducente. La imagen del edificio está por hacer y se puede realizar desprejuiciadamente, como por instinto, sin otra mediación que tu manera intuitiva de transponer el espacio arquitectónico al encuadre del visor.
Por otra parte, cuando viajo –siempre menos de lo que a uno le gustaría– caigo sin resistencia en las rutinas de la peregrinación arquitectónica que me lleva, que nos lleva, a visitar las grandes obras de la arquitectura moderna. Esas fotografías me interesan porque no tienen ninguna finalidad (que yo sepa) y porque además es imposible y sería pretencioso hacer una fotografía “nueva” de la villa Savoya, del Seagram o del Salk Institute. Por eso no hay necesidad de buscar necesariamente “la” postal y puedes indagar en los microrelatos o, incluso, en lo anecdótico o lo inesperado. Es divertido, me gusta. Es como si jugara a domesticar a esos grandes arquitectos, a hacerlos míos.
Obviamente, lo más atractivo es la mirada personal, los proyectos, las historias, las series que se articulan –dialécticamente en ocasiones– en torno a una temática. Me resulta difícil llamarlos proyectos artísticos aunque quizá lo sean. Creo que hoy en día se abusa mucho del término “arte” y del ser “artista”. Como yo los tengo en gran estima, prefiero no abusar de ellos, no
prostituirlos. Si mi trabajo es artístico y si por tanto mi mirada puede ser conductora de una cierta sensibilidad artística, estupendo. Es más, hoy hay mucha gente que hace exposiciones o flirtea con las galerías y a veces a mi me cuesta descubrir en ellos esa condición especial del ser-artista. En cualquier caso, estos trabajos son para mi la cristalización de unos intereses
recurrentes que van construyendo, por decantación y eliminación, un conjunto de las narrativas visuales que persigo y me interesan.
City Patterns
C. Me interesan especialmente tus proyectos personales… ¿cómo surgen y que implican este tipo de proyectos en el conjunto de tu trabajo fotográfico?
I. Creo que surgen con la misma naturalidad y coherencia (creo) con la que ha evolucionado mi trayectoria con el medio. Han sido pocas las incursiones fotográficas en otros intereses o temáticas y cuando lo he hecho me he dado cuenta de que esas fotografías no eran mías: no me reconocía en ellas, eran muy forzadas. Al final, y creo que ya tengo un mínimo de trayectoria y continuidad para constatarlo, a uno le interesan ciertas cosas: la ciudad y el paisaje urbano, las escenografías y la plástica formal del territorio, las incursiones y el solapamiento entre lo natural y lo construido, etc. Además, no puedo sustraerme a una cierta necesidad de componer y construir la mirada: como fotógrafo, me puedo sentir, seguramente, como un arquitecto de imágenes.
En el conjunto de mi trabajo, estos proyectos personales son lo más interesante, también para mi. El problema es que no se hacen por encargo, sino todo lo contrario. Son cosas que llevan tiempo. Puedes hacer fotografías, de vez en cuando, de cosas variopintas. Actúo como un cazador de circunstancias. Es solamente al final, cuando puedes trazar un hilo conductor entre algunas de ellas hasta construir un pequeño guión o un discurso, cuando verificas el resultado. Es un trabajo a la inversa. Me gusta mucho aquella cita de Cioran: “¿cómo sabré lo que pienso hasta que no lea lo que he escrito?” Igualmente, hasta que no analizo las fotografías que voy haciendo no descubro lo que pienso, lo que podría contar trazando líneas entre los puntos de toda esa cosecha visual.
Architecture
C. ¿Qué autores o trabajos te inspiraron en tus inicios? ¿y actualmente?
I. Ya me he referido con anterioridad a Galen Rowell. Sin ruborizarme, reconozco que él fue mi maestro. En continuidad con el rigor técnico de Ansel Adams, casi academicista en el sentido clásico del término, en él encontré los fundamentos de mi actividad y la disciplina procedimental de la mirada. En el fondo, la naturaleza como objeto, requiere de la misma relación respetuosa con la luz y la materia que demanda la arquitectura y la ciudad. La coreografía de la luz, en un paisaje o en un edificio, requiere de los mismos tiempos y puede compartir las mismas estrategias técnicas (exposiciones prolongadas, control de la distancia hiperfocal, supervisión cromática, compensación de luces, etc.). ¡Cuánto agradezco haber tenido que trabajar mentalmente las fotografías antes de apretar el disparador! Cada diapositiva contaba (para el bolsillo) y ese rigor es algo que no tiene precio. Todo eso lo aprendí con Rowell y también con otros fotógrafos de paisaje contemporáneos como Joe Cornish, Charlie Waite o Art Wolfe.
Superada esa etapa digamos formativa o disciplinar en el ámbito del paisaje, mis referencias incluirían, en lo que se refiere explícitamente a la arquitectura, nuevamente, a los grandes maestros: Shulman, Hervè, Stoller, Korab, etc. Son referencias obligadas pero no necesariamente inspiradoras. En este terreno y en atención también a lo que pueden ser ciertas temáticas de mis proyectos personales, no puedo ocultar que mi querencia se aproxima al trabajo de los fotógrafos del New Topographics: Robert Adams, Lewis Balttz o, sobre todo, Stephen Shore. Y, aunque sea una obviedad, creo que pocos podemos sustraernos de la aportación de la Escuela de Düsseldorf y los Becher a la fotografía contemporánea: Candida Höfer, Axel Hütte, Thomas Ruff o Andreas Gursky son fotógrafos que a mí y a muchos nos interesan.
Berriozar Nursery School
C. ¿Cómo consideras la relación entre tu fotografía y la arquitectura, o tu arquitectura?
I. Hay ciertas relaciones y solapamientos reales y explícitos. El primero, cuando he tenido que fotografiar proyectos nuestros. La recientemente terminada Escuela Infantil en Navarra es el último ejemplo, paradigmático, de una actividad que es especialmente gustosa y agradecida. Ese tránsito entre el proyecto concebido, el proyectado, el construido y, finalmente, el habitado es delicioso. Y poder fotografiarlo, lo es aún más. Pero el solapamiento más claro es justamente, en mi caso, el que se mimbra entre ambas disciplinas en el campo docente e investigador. Me considero un afortunado al poder reunir estas dos disciplinas en el núcleo y el centro de gravedad de mis intereses y quehaceres. He hecho arquitectura (no sé si podremos seguir haciéndola) y hago fotografía. Enseño arquitectura, a proyectar arquitectura, y enseño y explico fotografía. Investigo en arquitectura e investigo en fotografía. Pero además de hacerlo aisladamente, de un tiempo a esta parte, ambas disciplinas se superponen y hago, enseño e investigo en fotografía de arquitectura y paisaje urbano. Mi consideración al respecto no puede ser más positiva e ilusionante pero también exigente: hay aún mucho que hacer y mucho que decir. Veremos.
Ha sido un gran placer conversar con él sobre fotografía y arquitectura y conocer más a fondo su trabajo, y lo será más aún compartir proyectos…
Gracias Iñaki!
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