Emilio Pemjean y la arquitectura de lo intrascendente
8.02.17© Emilio Pemjean
// Publicado originalmente el 15 de marzo de 2106 en Clavoardiendo Magazine
Emilio Pemjean es arquitecto y fotógrafo, o viceversa, y su obra nos brinda la ocasión para reflexionar sobre el tiempo, lo presente y lo ausente, la memoria, lo que ha sido destruido o transformado, los sistemas de representación y la capacidad de objetos y arquitecturas para convertirse en símbolos objetos y arquitecturas mediante su reconstrucción manipulada.
La fotografía de Pemjean ha sido reconocida en multitud de certámenes, incluido el Primer Premio del Concurso Internacional de Fotografía Alliance Française-Fundación Pilar Citoler en 2012. Pero además acaba de ser seleccionado para participar en REGENERATION3 (comisariada por Musée de l’Elysée en Suiza) junto a Angélica Dass e Irene Muñoz. Nosotros retomamos la exposición que tuviera en Galería Cero y que comisarió Carmen Dalmau para hacer un repaso por su obra.
La primera pregunta es obligada, ¿cómo surge la necesidad de utilizar este marco interdisciplinar que conecta la arquitectura, la pintura, la escultura, el vídeo o la fotografía?
Como creo que no puede ser de otra forma en el tiempo que nos ha tocado vivir mi trabajo deambula por los límites, cada vez menos claros, de disciplinas como la fotografía, el vídeo, la escultura, la pintura o la arquitectura. Explora, en sentido transversal, sus estrategias y modos de expresión poniendo énfasis en la “dimensión del acontecimiento” y la construcción de “escenografías de transición” como las llama Derrida.
Creo que el arte es un medio que nos permite comunicarnos reflexivamente, establecer diálogos y discutir sobre los múltiples sentidos del mundo. Frente a la situación actual en que parece que todo es medible, comparable y homogeneizable, en el mundo del arte aún siguen existiendo misterios que podemos descubrir, múltiples lecturas superpuestas como jeroglíficos imposibles de descifrar completamente que ofrecen significados a la vez que ocultan otros.
Como decía Jean Epstein, el director de cine de las vanguardias de los años 20: “Los instrumentos de los laboratorios, de las fábricas, los hospitales, los estudios de los fotógrafos y de los electricistas, la mesa del ingeniero, el pupitre del arquitecto, la sala de cine, la vitrina del óptico y hasta el bolsillo del carpintero permiten al hombre una infinita variedad de ángulos de observación”.
En este sentido hacer preguntas que descubran –o no– esos misterios obliga a utilizar distintas aproximaciones, instrumentos específicos, especialmente diseñados que permiten acercarnos a ellos desde lugares distintos, seleccionando partes de ellos para reflexionar desde lo particular y elemental para luego pasar a lo de mayor complejidad. Aceptando que “ninguna representación es suficiente” (como diceBruno Zevi) la construcción, a partir de diversos objetos asociados a otros tantos sistemas de representación o disciplinas que se activan y desactivan a medida que el espectador los observa, hará posible que el lugar de mediación entre lo cotidiano y lo construido por el espíritu esté presente.
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© Emilio Pemjean
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